19 de agosto de 2011

Ya veremos qué tal se nos da



Resulta raro despertar y oler tu ropa de dormir. Y se me escapa un sutil sonreírCon un Te Quiero me dispongo a atacar, tú vas y te defiendes con un Te Quiero Más .Lo ciero con un punto y te vuelvo a retar, me ganas con Te Quiero Más punto y final .Ya veremos qué tal se nos da. Pase lo que pase te llevo conmigo, pase lo que pase sé que te respiro, envuelto en el aire a cada inspiración. Ya veremos qué tal, ya veremos qué tal se nos da. Y a veces basta con mirar, los ojos saben qué decir y últimamente, a mí me brillan más que a ti. Contigo he volado encima del mar. Contigo multipliqué mis ganas de amar. Contigo me reí cuando toco llorar. Por ti mi día nublado acaba por brillar. Ya veremos que tal se nos da..








11 de agosto de 2011


La vida muchas veces te brinda la oportunidad de conocer a personas que realmente merecen la pena. Me siento afortunada de que mi oportunidad llegase temprano, cuando apenas contaba ocho años. Toda una vida juntas para conocernos, saber valorarnos y descubrir la una en la otra una amistad incondicional. A día de hoy sabemos que la distancia en nosotras no ha podido hacer el olvido. Gracias por la confianza depositada en mí, como tú no hay dos.  


Girls are like crayons. The slutty ones are the simple colors like red and blue and they get used and passed around the most. The truly beautiful ones are the white crayons. Which are absent of every color, but they don't see themselves as beautiful because no one ever wants them. They just have to wait until someone comes along who is smart enough to use a black piece of paper.

10 de agosto de 2011

¿Tú no has tenido esa sensación alguna vez de que ya has llegado al límite de querer a una persona, sentir que le quieres con todas tus fuerzas y ya no se le puede querer más? Yo sí, pero cada día me sorprendo más de cómo ese listón cada vez está más alto. Sí. Alto, pero no inalcanzable. 

9 de agosto de 2011


En la vida aparecen personas de alguna parte que te marcan la existencia. Es un juego del destino que coloca en tu camino a gente que, por arte de magia, o sin ella, influyen en tu comportamiento y hasta te hacen cambiar tu forma de ser. Despliegan tal red sobre ti que quedas atrapado por su esencia, sea cual sea esta...

...te quiero, una vez más!

1 de agosto de 2011


"No se llegará a comprender la naturaleza humana hasta que se sepa por qué un niño montado en un tiovivo saluda a sus padres en cada vuelta y por qué sus padres le devuelven siempre el saludo"

         William D. Tammeus

Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácale a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. 
Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.
Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.
Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.
Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.
Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Validation