

La verdad que no buscaba nada raro, tan sólo alguien que sintiera que se le caía el mundo si discutíamos y me abrazara dejando apartado su orgullo y haciendo que yo me olvidase del mío. Que me hiciese enloquecer, que alargase nuestras despedidas dos minutos más como mínimo introduciendo algún que otro "te quiero". Que siempre quisiera besarme y no parar, comerme a bocados. Capaz de hacerme reír hasta llorar, y que con la misma facilidad me hiciese reír cuando no pudiera parar de llorar.
Y de repente llegaste tú, sin poemas y sin flores, con defectos y con errores, pero en pie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario