Son muchos los momentos que ya he vivido en mis diecisiete años, muchas las sonrisas que han rondado por mi cara, y alguna que otra lágrima derramada. Creía tener ya todo aquello necesario para ser una persona feliz, pero me faltaba una cosa de la cual no había tenido constancia hasta el momento (a pesar de pensar que sí). Me faltaba enamorarme, y eso es lo que me has traído tú. Enamorarse: ese esta do emocional de alegría y felicidad que se siente cuando nos encontramos atraídos fuertemente por la otra persona, a la cual idealizamos y le atribuimos una serie de cualidades que en la mayoría de los casos llegamos a magnificar. ¿Y qué hay mejor que enamorarse?, te preguntarás. Esto tiene fácil respuesta: ser correspondido. Y tú me correspondes. Una persona enamorada siempre piensa que ese amor es el definitivo, que es único e irrepetible y que siempre lo va a tener. Aunque ambos sabemos que tan solo es el comienzo de algo nuevo: el amor. La historia puede acabar o no en amor, dependiendo de si una vez que conoces a la otra persona sigues queriéndola como el primer día.
Si algo sé con certeza es que te quiero, que estoy enamorada de ti y que mi enamoramiento ha madurado a amor. Que sin duda te sigo queriendo como el primer día y estoy dispuesta a pasar el resto de mi vida contigo. Poco a poco ese miedo a que todo termine va desapareciendo. Ya te conozco en tu totalidad, y me sigues encantando. Tus ganas de bromear, de querer picarme, tu sonrisa, el olor a limón y uva de tu pelo, tu nariz, el color de tu pelo, tu cuerpo, TU OLOR, incluso tus manos más secas en invierno pero tan cálidas cuando me tocan, nuestros momentos mimosos.
¿Y sabes lo mejor? Que siempre voy a estar dispuesta a estar enamorada de ti, y tú también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario